Tsweang Tamdin, experto en medicina tibetana y de renombre mundial, visitó el lunes la Universidad Emory en Atlanta como parte de sus esfuerzos por llegar a más médicos estadounidenses. Quiere desarrollar proyectos de medicina occidental en colaboración con el sistema de medicina tibetana que tiene más de 2.500 años de antigüedad.
La niña le dijo a Tamdin que tenía asma. Quería saber si la medicina tibetana tenía algo que pudiera ayudarle a mejorar. Tamdin, quien recurrió a los servicios de un intérprete durante la hora que duró la conferencia, de inmediato habló en inglés. En un tono gentil, casi demasiado suave, le explicó que le podía ayudar.
Dijo que los inhaladores que los médicos recetan funcionan bien, y le aconsejó seguirlos usando si ya lo estaba haciendo. Sin embargo, el inhalador sólo trata los síntomas. Explicó que la práctica médica tibetana intenta llegar a la raíz del problema.
“Mientras que otras personas consideran a la medicina holística tibetana como medicina alternativa o una especie de disciplina auxiliar, me gustaría que las personas ajenas a nuestro sistema consideraran al sistema curativo tibetano como una sanación integral”, dijo Tamdin. “El saber de la medicina tibetana tiene un tremendo potencial que agregar a la medicina moderna”.
La medicina tibetana sostiene que la gente se enferma cuando el bienestar físico, psicológico y espiritual está en desequilibrio. Para recuperarlo, Tamdin recomendó a la niña que hiciera cambios en su dieta y su régimen de ejercicios. La animó a descansar y a hacer ejercicios que favorecieran la respiración profunda, como saltar o andar en bicicleta. También sugirió que comiera tres o cuatro pasas blancas al día, pues dijo que esta fruta tiene una propiedad que ayuda a la respiración. Finalmente dijo que el mayor sacrificio que podía recomendar a un niño era evitar los alimentos fríos, en particular el helado.
Tamdin relató que otro paciente que acudió a él con síntomas de asma obtuvo un diagnóstico muy diferente. La enfermedad se trata de forma diferente de un paciente a otro. Eso se debe en gran parte a que la medicina tibetana tradicional se basa en la filosofía budista. En su preparación como médico, Tamdin también estudió tradición budista y astrología.
Los médicos estadounidenses y tibetanos tienen métodos en común. Tamdin dijo que si examinara más profundamente a la niña, le haría exámenes de diagnóstico conocidos. Examinaría una muestra de orina y le tomaría el pulso, pero también le preguntaría cosas que corresponderían más a un psicólogo. Trataría de descubrir si la persona está enojada o ansiosa o si alguien se está volviendo demasiado egoísta.
“Los tibetanos creemos en nuestra interconexión”, dijo Geshe Lobsang Negi, un exmonje que ahora dirige la sociedad Emory-Tibet. “Cuando perdemos esa perspectiva —de que somos una especie de punto que se conecta infinitamente con el resto del mundo— cuando nos vemos como el centro sólido, fijo y más importante del universo, a eso le llamamos ignorancia y eso significa que somos vulnerables a las enfermedades”.
Este enfoque de la persona integral de la medicina tibetana está siendo analizado en varios estudios a lo largo de Estados Unidos. En un estudio patrocinado por el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos (NIH por sus siglas en inglés) se examina el efecto que puede tener la meditación de la compasión para aliviar la depresión.
La meditación de la compasión es un entrenamiento mental tibetano budista en el que se le pide a la persona que examine por qué se siente de cierta forma acerca de alguien y entonces desarrolle sentimientos de amor y empatía por una determinada cantidad de personas que aumentará conforme se adquiera experiencia hasta incluir alguien que normalmente le desagrada.
Los estudios han demostrado la efectividad general de la meditación. En un estudio realizado en 2003 sobre la meditación basada en la conciencia se demostró que después de recibir la vacuna contra la gripe la producción de anticuerpos aumentaba.
En otro estudio realizado ese mismo año se descubrió que los enfermos de cáncer que tenían preparación en la reducción del estrés basada en la conciencia presentaron un fortalecimiento de su sistema inmunológico. Además, un estudio realizado este año por la Universidad Carnegie Mellon demostró que la meditación basada en la conciencia tiene una influencia profunda en la salud psicológica y física. La conciencia implica estar presente y en el momento, observando sin juzgar.
El estudio que Negi realizó en 2008 acerca de la meditación de la compasión demostró una reducción de las respuestas inmunológicas y conductuales inducidas por estrés. En varios estudios más que se están llevando a cabo se analiza el efecto de los tratamientos tibetanos en ciertas enfermedades virales y hepatitis.
Tamdin cree que la ignorancia es la causa principal de todas las enfermedades.
“Tiene sentido si lo piensas”, dijo Negi. “Por ejemplo, si crees que eres el centro del universo y que alguien tiene algo que tú quieres, puedes sentirte celoso y creer que te mereces eso que la otra persona tiene”. “Puedes llegar a sentirte tan celoso”, agregó, “que no dormirás en toda la noche y te sentirás estresado. Las pruebas clínicas han demostrado que se da un cambio bioquímico en tu cuerpo, desencadenado por una hormona del estrés. En la medicina tibetana, es importante reconocer el papel que la mente puede jugar en tu propio bienestar físico”.
Tamdin dijo que la medicina moderna trata los síntomas, pero dijo que un paciente nunca mejorará si no atiende sus problemas psicológicos. “Si uno no alcanza el entendimiento del altruismo no podrá derrotar a su ignorancia”, dijo. “Una forma de verlo es observar al ave y a su sombra. Puede volar y volar muy alto en el cielo, pero sigue proyectando una sombra en la superficie terrestre. Mientras en tu interior haya ignorancia, aunque goces de buena salud, siempre te acechará la sombra de la enfermedad. De esta ignorancia surgen tres venenos mentales: el apego, el odio y el engaño”. Todos los cuales afectan la energía, dijo.
Además de la medicina tradicional y los cambios en la dieta, un médico tibetano podría recetarle a un paciente que demuestre más gentileza y compasión hacia los demás o que practique más meditación de la compasión.
La medicina occidental se muestra renuente a aceptar la idea de la medicina tibetana de que algunas enfermedades inexplicables pueden ser causadas por el karma de una persona o los malos espíritus. El lenguaje que los médicos tibetanos usan para insinuar que la buena salud se basa en el equilibrio de la bilis, la flema y el viento puede parecer demasiado ajeno para quienes practican la medicina moderna.
Sin embargo, el enfoque holístico sobre la salud del paciente –tratamientos que contemplan la dieta, el comportamiento, medicamentos y ejercicios contemplativos— podría seguir atrayendo a los médicos una vez que se les demuestre que estas terapias funcionan.
“La tradición tibetana ha evolucionado a lo largo de 2,500 años”, dijo Negi. “Tiene una rica tradición que ha ayudado a la salud de las personas durante muchos, muchos años. Su Santidad el Dalai Lama fue el primero en decir que esas cosas que creemos deberían someterse a las herramientas científicas para que pudiéramos entender mejor la condición humana en general y ayudarnos a lidiar con nuestro propio bienestar”.